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Un enigma, la reliquia de Santiago en Mérida, carta 161


Rédigé par Luis María González Méndez le 13 Mai 2023 modifié le 15 Mai 2023
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Luis María González Méndez, presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Mérida, hace balance de un descubrimiento que dividió a la comunidad científica en los años 50 y que luego cayó en el olvido: la mención de una reliquia de Santiago en el texto de consagración de la iglesia visigoda de Santa María de Mérida.
Como doctor en historia de la Iglesia que es, resume muy seriamente los estudios realizados, sin dejar por ello de pronunciarse a favor de la hipótesis de un culto a Santiago en España ¡establecido dos siglos antes del descubrimiento de la tumba compostelana! ¿Cómo reprochárselo? ¡Es peregrino, presidente y vive en Mérida!

L.M. González apoya la tesis del eminente fraile Justo Pérez de Urbel (1895-1979), monje de Silos, doctor en Historia, profesor de la Universidad de Madrid, cuyos trabajos fueron retomados por Ramón Menéndez Pidal, filólogo e historiador gallego.
El autor cita la oposición del obispo José Guerra Campos (1920-1997), que defendió enérgicamente la primacía de Compostela. De origen gallego, fue ordenado sacerdote en Compostela, canónigo de la catedral y autor de "Exploraciones arqueológicas en torno al sepulcro del apóstol Santiago", un voluminoso relato de las excavaciones de los años ochenta. Guerra Campos fue seguido también por otros estudiosos.



Origen emeritense del culto a Santiago en España


Mucho se ha escrito y se ha divulgado sobre el culto a Santiago en España, y más en la actualidad, con el resurgir de la peregrinación a Compostela, y la difusión que está teniendo el Camino de Santiago a nivel mundial. Son innumerables los libros,  estudios, artículos, publicaciones, páginas web, enciclopedias, que nos recuerdan cómo, según la leyenda, aparecen sus restos en Galicia (año 813), cómo llegaron allí desde Jerusalén, donde el Apóstol fue decapitado entre los años 41 al 44 por mandato de Herodes Agripa I, y cómo surgió el culto a Santiago en España. En este artículo (en el que, por su carácter divulgativo, omito a propósito cualquier referencia bibliográfica en notas a pie de página) me propongo reflexionar sobre ello.

Un descubrimiento sorprendente

En 1947 se recupera de la muralla de Mérida una lápida con una inscripción que hoy conservamos, en la colección visigoda de Santa Clara, como pieza de un valor arqueológico incuestionable, y que vemos a continuación :

La lápida fue estudiada por Navascués, catedrático de Epigrafía, que concluyó que se trataba de la inscripción fundacional de una Iglesia dedicada a Santa María Virgen, consagrada entre los años 607/648 y arrasada por los árabes cuando Muza conquistó Mérida en el año 730. El texto traducido del latín dice así:

“Fue dedicada esta iglesia a nombre de la gloriosísima Madre de Nuestro Señor Jesucristo según la carne y príncipe de todas las vírgenes y reina de todos los pueblos de la fe católica, bajo cuya sagrada ara se guardan reliquias ... de la cruz de Nuestro Señor, de San Juan Bautista, de San Esteban, de San Pedro,de San Pablo, de San Juan Evangelista, de Santiago, de San Julián y de Santa Basilisa, de San Tirso, de San Cines, de Santa Mamila. En el día 25 de enero de …”

 

Es una pena que falte el trozo de lápida donde constaba el año, pero el estudio epigráfico realizado por Navascués y completado por José Vives, la datan en la primera mitad del siglo VII.

Este hallazgo era totalmente revolucionario, pues demostraba, ni más ni menos, que dos siglos antes de la supuesta aparición del cuerpo del Apóstol, había reliquias de él en Mérida. No sabemos cómo ni cuándo llegaron esas reliquias de Santiago a Mérida. Tampoco sabemos en qué consistían, si eran partes de su cuerpo o quizás un brandeum (tejido u objeto que tuvo contacto con el cuerpo). Lo que sabemos a ciencia cierta es que dos siglos antes de la supuesta aparición de los restos de Santiago en Compostela, los emeritenses daban culto a unas reliquias del Apóstol, cuya lápida de autenticidad constituye la prueba arqueológica más antigua de la presencia de reliquias de Santiago en España. Conviene recordar que en la época visigoda, Mérida era una sede arzobispal de enorme importancia, con estrecha relación cultural y comercial con oriente, y en esa época el tránsito y adquisición de reliquias era bastante habitual, con lo que no extraña en absoluto que reliquias tan señaladas se veneraran en Mérida, traídas de oriente y/o del norte de África.

Una hipótesis seductora

Pero pongamos los pies en el suelo, en 1947 cualquier intento de cuestionar el origen del culto al patrono de España tenía pocas posibilidades de prosperar. Sin embargo ese riesgo lo asumió Fray Justo Pérez de Urbel en un famoso artículo intitulado “Orígenes del Culto de Santiago en España” publicado en el volumen V de Hispania Sacra, en 1952, y que Menéndez Pidal recogió en el tomo VI de su Historia de España.

¿Qué descubre Pérez de Urbel? Que en Santiago, dentro de la misma catedral, existe una Iglesia dedicada a Santa María, cuyo culto es allí tan antiguo y tan oscuro como el origen del culto a Santiago, llamada Santa María de Corticela, cuyas reliquias coinciden en gran parte, con las reliquias de Mérida. ¿No es extraño que casi todas las reliquias veneradas en Mérida durante el siglo VII se encuentren en Compostela dos siglos más tarde?¿Cómo explicar la coincidencia?

Sabemos con certeza que algunos emeritenses huyeron desde el primer momento a Galicia, y que entre esos fugitivos había grupos de monjes y clérigos que dejaron sus iglesias abandonadas. A este respecto Pérez de Urbel argumenta:

“Podemos suponer que entre ellos estaría la iglesia de Santa María, ya que los vencedores pudieron echar mano de una de sus piedras más insignes, colocada probablemente en el pórtico o en el frontispicio, para cubrir un hueco de la muralla, abierto acaso durante el asedio. Sus servidores — monjes o simples clérigos — recogieron a toda prisa lo más precioso de cuanto podían salvar, y ante todo las reliquias sagradas, y siguiendo la corriente del Guadiana, llegarían primero a la desembocadura para torcer luego hacia el oeste, navegando por la costa de Lusitania hasta que en el extremo septentrional de la península, pudieron juzgarse al abrigo de los invasores. Y allí continuarían su vida bajo la protección de Santa María, en un nuevo santuario que consagrarían a la Virgen, en recuerdo del que habían dejado en su tierra, y que pudo haber surgido sobre los restos de un antiguo templo pagano, y en medio de una necrópolis, cuya propiedad les cedería alguna rica señora del país, si es que ellos mismos no se adueñaron del lugar por las buenas, al amparo de la confusión, que por entonces debía reinar ya en toda la península. Los restos romanos descubiertos en diversas excavaciones parecen garantizar esta suposición”. 

Conviene aquí recordar la capitulación que Muza ofreció a los emeritenses durante el asedio a la ciudad, que entre otras cosas decía:  
“Que los ciudadanos conservarían su religión, su libertad y sus haciendas; que las propiedades de los que hubiesen muerto en el combate o emigrado a Galicia fuesen confiscadas en beneficio de los musulmanes; que los bienes y alhajas de las iglesias pasasen a manos del caudillo vencedor, pero que las iglesias mismas, aunque hubieran sido abandonadas, quedasen en poder de los cristianos residentes en la ciudad”.
La Alcanzaba arabe, muraille dans laquelle a été trouvée la pierre
La Alcanzaba arabe, muraille dans laquelle a été trouvée la pierre

Unos serios cuestionamientos

Apoyándose en este acuerdo un autor nada sospechoso de jacobeísmo como Claudio Sánchez Albornoz razona que “es patente la permanencia de canónigos y clérigos, que aceptando el dominio islámico y pagando el tributo correspondientes se aseguraban el respeto y la protección de los dominadores, cuya norma ética era la de respetar a los monjes, y sus monasterios. Estando documentada la huida inicial a Galicia algunas gentes de Mérida ante el avance musulmán, lo está aún más que la mayoría resolvió quedarse y con sus reliquias. Los que huyeron lo hicieron por tierra y hacia el norte, por territorios no ocupados donde refugiarse, nunca hacia el sur, y en ningún caso por vía fluvial y marítima, no solo por la alta improbabilidad de contar con naves adecuadas para esa travesía, sino porque descendía a territorios en poder del invasor que cortaría hostilmente la retirada”.

Tiene razón Sánchez Albornoz en señalar el despropósito que hubiera supuesto que los clérigos con las reliquias huyeran hacia el sur, por el Guadiana, hacia territorios musulmanes. Creo que Urbel opta por esta hipótesis porque así creía entroncar con la leyenda de que los restos del Apóstol llegan a Iria Flavia por barco remontando el río Ulla, pero lo más probable y sencillo era la huida hacia el Norte por la Vía de la Plata, como la opción preferente que tomaron los emeritenses que no aceptaron las condiciones de Muza.

Sin embargo es fácilmente rebatible la otra objeción que pone a la teoría de Urbel: que dadas las “facilidades” de Muza para los que decidieran quedarse, las reliquias y los clérigos de Santa María se quedaron en Mérida. El hecho de que no se conservó la Iglesia de Santa María, y que la misma lápida del frontispicio fue reutilizada para rellenar la muralla árabe, es prueba de que la iglesia fue destruida porque sus monjes no pagaron el tributo y huyeron con las reliquias.

Portela Pazos en 1953 presenta objeciones más sólidas a la teoría de Urbel, y así sugiere que la reliquia no sería de Santiago el Mayor, sino el Menor, y que de las 63 reliquias compostelanas sólo 7 coincidían con las de Mérida. Sin embargo no es factible dudar que se trate de Santiago el Mayor, en primer lugar por la ausencia misma de indicación explicativa de que se trate del Alfeo, en segundo lugar porque se le cita a continuación de su hermano San Juan Evangelista, como solía, y suele,  ocurrir con el Zebedeo. Respecto al número de reliquias coincidentes, no invalida el hecho de que las reliquias emeritenses aparecen dos siglos después en la Corticela de la catedral de Santiago.

Un panorama del origen del culto de Santiago en España

Repasemos breve y cronológicamente cuáles son los principales hitos del origen del culto a Santiago en España, para tener una visión de conjunto y poder entender cómo pudieron ocurrir los hechos
:
Las primeras noticias sobre la posible predicación del Apóstol Santiago en España las encontramos en el Breviario Apostólico, también conocido como Breviario de los Apóstoles, texto latino que contiene una colección de pequeñas biografías y datos sobre los apóstoles de Jesús, entre ellos sus lugares de predicación. Se redactó en el sur de Francia o en el norte de Italia hacia finales del siglo VI o principios del VII. En él se afirma que Santiago predicó en España: “Hic [Santiago] Hispaniae occidentalia loca predicat”.

San Isidoro en el libro De ortu et obitu patrum (“Del nacimiento y muerte de los Padres”), escrito antes del año 612, referente a Santiago el Mayor dice lo mismo que el Breviario: “Predicó el Evangelio en Hispania y regiones occidentales”.

Años 607-648: en Mérida existe una Iglesia dedicada a Santa María, donde se veneraban, entre otras, reliquias de Santiago Zebedeo hermano de Juan. Este hallazgo constituye el primer dato arqueológico e histórico sobre la presencia de reliquias de Santiago en España.

Año 730. Muza conquista Mérida y la Iglesia de Santa María es arrasada desapareciendo las reliquias que contiene.

Año 776. El Beato de Liébana, en su “Comentario sobre el Apocalipsis” enumera los lugares en los que supuestamente predicaron los Apóstoles, señalando que Santiago lo hizo en España:

“In mundo sortes proprias acceperunt: Petrus, Romam; Andraeas, Acajam; Thomas, Indiam; lacobus, Hispaniam; loannes, Assiam; Mathaeus, Macedoniam; Fhilippus, Gallias; Bartholomeus, Licaoniam; Simón Zelotes, Egyptum; Mathias, ludaeam; lacobus, frater Domini, lerusalem; Thadeum ecclesiastica tradidit historia missum ad civitatem Edissam”.

Podemos considerar a Beato de Liébana como el gran propagandista de la devoción a Santiago en los primeros tiempos de la reconquista. Si en su Comentario recogió jubiloso la noticia de su predicación en la península, posteriormente en el himno “O Dei Verbum” (784) invoca por primera vez a Santiago como patrón de España.

Año 813. Un ermitaño llamado Paio, vio unas luminarias en el monte Libredón. Se lo comunicó a Teodomiro, obispo de Iria Flavia quien, en ese lugar, descubrió un mausoleo con tres cuerpos, decretando que se trataba del sepulcro del Apóstol Santiago, y sus discípulos Atanasio y Teodoro. Teodomiro puso de inmediato el hecho en conocimiento del rey Alfonso II de Asturias, que acudió rápidamente desde Oviedo para visitar el lugar, y mandó construir allí un templo para venerar los restos encontrados.

 

Incluse dans la cathédrale de Compostelle, l'église Santa Maria la Antigua de la Corticela (cliché DPM)
Incluse dans la cathédrale de Compostelle, l'église Santa Maria la Antigua de la Corticela (cliché DPM)





En el mismo siglo IX se erige junto al sepulcro una pequeña iglesia bajo la advocación de Santa María dedicada al culto y custodia del sepulcro de Santiago y cuya ara contiene reliquias coincidentes con las que se encontraban en la iglesia de Santa María de Mérida, dos siglos antes. La Iglesia existe en la actualidad, dentro de la catedral de Santiago bajo la denominación de Santa María Corticela.

Una conclusión posible : ¿una "novela histórica"?

¿Qué conclusión podemos sacar? Pues aplicando la navaja de Ockham optamos por la hipótesis más sencilla.
 
La existencia de reliquias de Santiago en Mérida es coetánea, o no muy lejana temporalmente, con las primeras referencias bibliográficas sobre la predicación del Apóstol en España (Breviario Apostólico y San Isidoro).
 
Cuando Muza conquista Mérida en el 730, algunos monjes y clérigos huyen hacia el Norte, por la Vía de la Plata llevándose consigo las reliquias de sus templos, como ocurrió con las reliquias de Santa Eulalia y con las de Santiago, entre otras, de la Iglesia de Santa María.
 
Poco después Beato de Liébana (776) insiste en la predicación jacobea en España y propone a Santiago el Mayor como patrón de España. Aún nada se sabe de los restos del Apóstol, ni del destino de las reliquias emeritenses.
 
Cuando más se necesita un revulsivo para hacer frente a la invasión árabe, de pronto, de manera milagrosa aparecen los restos de Santiago en Galicia.
 
Lo más sencillo es pensar que las reliquias emeritenses emigraron a Galicia, lugar seguro, en el 730, fueron escondidas y vuelven a aparecer de manera enigmática en el mismo lugar donde el obispo de Iria Flavia, Teodomiro,  dice haber descubierto el sepulcro del Apóstol.
 
Lo que sigue es conocido: la leyenda se agranda, aparece Santiago Matamoros en la batalla de Clavijo (844), 
Diego Gelmírez consigue el traslado de la sede arzobispal de Mérida a Santiago (Bula de Calixto II de 1120). Después el Codex Calistinus (mediados del siglo XII) se encargaría de recopilar todos los relatos y milagros que conforman la leyenda jacobea.

Creo que con estos datos hay mimbres suficientes para escribir una buena novela histórica, más apasionante y con más fundamento que muchas que se escriben hoy día, donde tantas veces el rigor histórico brilla por su ausencia. Quizás algún día alguien se anime a ello.
 
¿Por qué no prosperó y se silenció la hipótesis de Pérez de Urbel? Muy sencillo, en 1947 nadie se atrevía a cuestionar cualquier asunto que pusiera en tela de juicio el origen del culto jacobeo. Baste recordar lo que decían los misales de la época para la festividad del 25 de julio:
 
“El Señor le dejó a San Juan su Madre, a San Pedro su Iglesia y a Santiago su España
 
Personajes como Monseñor Guerra Campos se opusieron radicalmente a la hipótesis de Urbel y a su divulgación, y en gran medida lograron silenciarla, aunque no lo consiguieron.
¿No creen que es hora de hablar de ello?

Luis María González Méndez.
Doctor en Historia de la Iglesia
(Universidad de Navarra, 1985)
Doctor en Física (Universidad de Extremadura, 2003)
Presidente de la Asociación
de Amigos del Camino de Santiago de Mérida